18 oct 2010

Violetas


Voy dejando a mi espalda el enorme portón verde. Subo los dos escalones que me llevan dentro de la casa. Delante de mí, el interminable corredor acaba de ser fregado, en el, para no ensuciarlo, han ido colocando meticulosamente a modo de damero, hojas de periódico. Salto de los deportes a los sucesos, de los sucesos a las esquelas, de las esquelas a la editorial, y así hasta llegar a los anuncios por palabras, que preceden al salón. Deslizo con decisión la puerta corredera con decenas de capas de pintura blanca sobre su superficie. Años más tarde aun sigo recordando aquella casa con la misma majestuosidad de un retablo gótico.
Repito el camino que tantas veces he recorrido, y todas ellas con le misma ilusión, con la misma devoción. Me coloco delante de la enorme vitrina, es inmensa. Dentro, cientos de platos, tazas, vasos, copas… toda clase de tesoros se presentan ante mí. Desecho los vasos de colores psicodélicos, las copas art decó, la vajilla de Macao. Sólo tengo ojos para esa porcelana de bizcotela, adornada con esas pequeñas violetas en pequeños ramilletes y sus filitos de oro. Mi mirada va tanteando; sopera, platos de postre, las fuentes, la ensaladera, la salsera… Esta era también su preferida, porque ella amaba las violetas.


Hola a todos. El otro día he empezado un nuevo blog para mis fotografías, os copio aquí la primera y única entrada hasta el momento. Si os interesa, espero que lo visitéis.
http://ahoradipatata.blogspot.com/2010/10/violetas.html Muchas gracias por todo

2 comentarios:

  1. Me encanta la foto, me encantan las palabras, me encanta la vajilla, me encantan las violetas y especialmente me encantaba la abuela

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