Muchas son las razones para no dejar de leer este libro, pero no es plan de ponerse aquí a contarlas todas (tendríamos que dedicarle un monográfico). Por eso, y para frivolizar un poquito, podemos centrarnos en sólo una: el deleite absoluto que, para los amantes de los tejidos, supone la descripción de los fastuosos ropajes que usaban sus protagonistas, tanto femeninos como masculinos. Y es que parece mentira que, mientras el Cid se liaba a mandoblazos para ampliar las fronteras de su reino, fueran estos príncipes orientales tan coquetos y presumidos.
Bueno, pues un poquito de este espíritu nos acompañó el domingo pasado, cuando gastamos la tarde en vestir a nuestras hermosas jovencitas: las chicas de Genji.
¿Qué haremos con ellas?

Realmente preciosas, todas y cada una de ellas, cada detalle es una maravilla.
ResponderEliminarPreciosas hermanita.
Zalamera. Y que seas tú quién lo diga...
ResponderEliminarbueno, a ver si tengo tiempo y me leo el libro, por lo pronto me conformaré con ver klo que haceis con las gueishitas
ResponderEliminar