4 jul 2010

Nuevos amigos

Habla Hermana Mayor.
Nunca he tenido muchos amigos. Amigos-amigos, quiero decir, porque no me cuesta trabajo relacionarme con el prójimo, pero me parece que llamar amigo a alguien es algo que va más allá de la afinidad y la simpatía, la diversión, las salidas nocturnas, la proximidad o el tiendeo... En mi época de estudiante los grupos eran amplísimos y mutaban mucho, aunque entre ellos había siempre una pequeña selección gourmet de la que no se podía prescindir. Al terminar los estudios empezó la diáspora de amigos (es lo que tienen las letras), y un poco más tarde las abducciones de pareja o familiares. Mantengo a los pocos que sobrevivieron a todo aquello, pero en la mayoría de los casos nuestra relación se ha reducido al canal epistolar y a uno o dos encuentros anuales de los que disfruto como la estudiante que ya no soy.
Siendo purista con el rollo etimológico (amigo: ad-mecum, o lo que es lo mismo, el que va conmigo por esos mundos de Dios) he de confesar que me queda UNA en esta vida. Pero una que vale por todos los demás. En ella tengo un ángel de la guarda, mi hada madrina, una curandera del alma y del cuerpo, una conversadora afín, un paño de lágrimas o un ente gimiente (se alternan los roles según necesidades del mercado), alguien con quien achisparte chispeante de champán color champán (o color rosita, que también mi amiga es algo Barbbie), una madre gruñona, una hija díscola, una Hermana Mayor (¿qué pasa? a veces yo también necesito una) y un montón de cosas más que no cabrían aquí.
La ciudad en la que vivo no fomenta precisamente las relaciones sociales profundas. Mis conciudadanos son alegres, abiertos y divertidos. Te hacen reír y saben divertirse. Sin embargo mantienen cerradas sus parcelas sociales, se olvidan de ti y de tu teléfono en cuanto te has despedido de ellos, y en cada encuentro uno tiene la sensación de empezar desde el principio y de tener que conquistar todo el terreno que había avanzado en el encuentro anterior. El velo de Penélope, vamos. Es por eso que UNA y el resto de mis amigos en su mayoría (he dicho que tenía pocos pero algunos hay) sean tan forasteros como yo en este pequeño mundo.
Pero, de repente ¡Tachán! hete aquí que se han ampliado las relaciones. De manera inesperada mi hijo mayor me ha traído a unos amigos a casa. ¿Y qué hago yo con todos estos tacos encima jugando a La Guerra de las Galaxias o Código Lioko en mis pocas horas libres?... Digamos que exactamente no es así: mi hijo mayor me ha traído a casa a unos amigos que viene acompañados de madres-padres. Huy, con esto yo no contaba, y he de confesar que egoístamente la idea me atrajo al principio por aquello de: "dime con quién andas y te diré quién eres", pero de manera un poco más retorcida: si conozco a papá y mamá sabré quién es el amigo de mi hijo. Yo lo he reconocido, pero... ¿quién no lo haría?. Y así empezamos a vernos, de nuevo una selección gourmet, pero en este caso hecha por nuestros vástagos: una actuación escolar y la cervecita de después, un cumpleaños, muchas esperas compartidas a la hora de la salida, por favor llévatelo a comer que hoy no puedo, barbacoa-ensayo de algo importantísimo... El caso es que hemos ido congeniando, y tengo que reconocer que estoy contenta, y que no se trata solamente de la felicidad egoísta de saber que mi hijo está entre otros hijos que importan tanto a sus padres como el nuestro a nosotros, que son sanos, nobles, llenos de inquietudes y buenos chicos, sino que además se ha derretido mi reticencia y se ha ampliado el círculo de amigos. Y, por cierto, que lo mejor de salir de marcha con padres es que apuran hasta el último segundo de su comprada libertad. Un beso a todos, trasnochadores y malos ejemplos de vuestra descendencia.

5 comentarios:

  1. jeje como me río con tus historias, pero por la ternura al escribir y por las buenas reflexiones, sigue asi y un abrazo. Cris

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  2. Hermana Mayor dijo: muchas gracias, Cris. Soy nueva en este mundillo, arrastrada por mi súper-hermana y no sé muy bien cómo hacerlo. Tu comentario me hace muy feliz. Otro abrazo para ti.

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  3. Me emociona verte escribir y disfrutar con ello, pero me emociona aún más lo que escribes y cómo lo haces.

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  4. Me alegro que tengas nuevos amigos, te lo mereces, pero por favor que nunca se te olvide tu amiga Barbie. Te quiero.

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  5. Habla Hermana Mayor. No te preocupes por eso, que yo soy mujer de una sola Barbie

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