16 jun 2010

vacaciones

Habla Hermana Mayor.
Hermana Mayor también es madre (eso no lo escribo con mayúsculas porque aquí no soy madre. Y es maravilloso no ser madre algunas veces, en serio) .
Y qué feliz está Hermana Mayor - madre ante las inminentes vacaciones de su prole.
Pocas cosas hay tan maravillosas como disfrutar de tus hijos. Pocas cosas hacen a los niños tan felices como sus vacaciones de verano.
Hermana Mayor empieza a observar cambios en el colegio, a la hora de la salida, cuando se juntan las familias a recoger a sus retoños. La agitación crece por días de manera proporcional al calor, a las horas de luz, al tiempo de riego de los aspersores. Los niños están más rápidos, más revueltos, más nerviosos. Aumenta como la sombra de una nube el optimismo en los profesores, y éstos sonríen aún más... Pero el cambio más grande, donde de verdad se observa la promesa de las vacaciones no se refleja, sorprendentemente, en la algarabía de los niños, sino en la palidez de sus padres. Qué caras de miedo, Dios mío, qué caras de dónde los coloco yo ahora que se acaba el curso y tengo que trabajar. Y es que, ¡qué difícil es hacer compatible trabajo y niños en época de vacaciones! A veces me da miedo verlos a todos tan colocaditos en sus campus, matando las mañanas (y las tardes a veces) con toda la premeditación y alevosía de sus padres, víctimas y esclavos del mercado laboral. Teníamos nosotros vacaciones de verdad, de las de no hacer nada, de las que se extendían como una mantequilla infinita durante los meses de julio, agosto y alguna propinilla en junio y septiembre. También esto ha cambiado. A la antigua sucesión de obligaciones del curso escolar se ha añadido una nueva colección de ineludibles deberes para no andar todo el verano descolocados delante de la tele o la maquinita, porque no tengo en casa madre o padre que se ocupe de mí.
Que no me vengan luego con cuentos de la conciliación laboral.

2 comentarios:

  1. Hermana mayor... qué cambios tan abismales en la infancia nuestra y la de nuestros hijos.

    Aquel verano, como tu dices, que tocaba CUATRO meses de locura, porque sí, también contaba Junio y Septiembre, de juegos incansables.. al llanero solitario, a "v", a policía y ladrón... en donde merendábamos una rodaja de sandía, nos caían los churretes por la cara, y nos limpiábamos con la mano... y de ahí al pantalón, lleno de agujeros de tanto reptar por el suelo.

    Recuerdo a mi madre, decirnos orgullosa, "teneis la piel como escuerzos", y lejos de parecer un insulto, una falta de respeto, era una alabanza a lo bien que lo estábamos pasando...Al sol, al polvo, a las piedras en un bolsillo y "bichos bola" en el otro.
    Ahora, no sé si por tener más, o por las hipotecas interminables... qué difícil es todo.

    Me ha gustado leerte.
    Raquel.

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  2. las meriendas de pan con mantequilla y azúcar, las rodillas peladas, la BH rosa con su cestita y sus horteras cintitas saliendo de los manguitos del manillar... los niños del vecino picando el timbre y diciendo a voz en grito "sales a jugaaaar???"... las canicas, la comba y una desdibujada rayuela de tiza... Definitivamente... qué veranos...
    Raquel recuerdo perfectamente a mi madre dale que dale con la esponja en la bañera en las rodillas negras de mi hermano... jajajaj ya no se iba, era como una medalla de "guerra" :)

    A mi también me ha encantado leeros :)

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